domingo, 13 de octubre de 2019

¿QUE ESTILO PARENTAL TIENES?

¿Os suenan estas situaciones?
  • Mi hijo tiene muchos deberes y yo le “ayudo” a realizarlos.
  • Le han mandado una maqueta en el cole y “termino haciéndola yo”
  • Ha tenido un problemilla con un compañero de clase y prefiero intervenir para “dejar claro” que con mi hijo no se meten más.
  • Desafío a los profesores por su actuación en la clase a la mas mínima y le resto autoridad
  • Me agobio con los fracasos de mi hijo: ¡ Ha sacado sólo un 5 en Matemáticas¡
  • Evito a mi hijo cualquier situación emocionalmente “peligrosa” por nuestra compulsiva obsesión por su felicidad
 

Y así, podríamos enumerar un montón de situaciones que se han convertido en el día a día de muchos padres y madres hiperprotectores.
 
Si has pasado por alguna de estas situaciones, bienvenido, tienes el síndrome de padre helicóptero.
Es decir, asumes un rol excesivamente protector, queriendo resolver todos los problemas de tu hijo, hasta el punto de asumir la más mínima decisión por él. Recibe este nombre, porque en la práctica hace referencia a padres sobrevolando permanentemente sobre sus hijos, y que emprenden una operación de rescate ante la más mínima situación de peligro que perciben.
 
No penséis que esta actitud se da solo en padre de niños pequeños, porque esta actitud, persiste, más allá de la infancia, y así nos encontramos con padres de adolescentes e incluso de universitarios, así Javier Urra, ex defensor del Menor de la Comunidad de Madrid, constata que el fenómeno de la hiperprotección va en aumento. "Los padres están para ayudar a caminar a los hijos, no para vivir por ellos. Doy clases en la Universidad y he visto a un padre ir con su hijo, de segundo curso de carrera, a entregar la solicitud de ingreso. 'Es por echar una mano', se justificaba el padre.
 
El filósofo José Antonio Marina está de acuerdo: "Estamos en una cultura del miedo. Hay un sentimiento de precariedad y provisionalidad y una reacción, que es la sobreprotección, el pensar que el niño no va a saber desenvolverse".
 
Cary Anderson, doctora en educación de la Universidad de Saint Joseph de Filadelfia, habla de tres tipos de padres helicóptero:
 
  • Padres helicóptero de combate: son los padres que atacan a todo aquel que entiende que agrede a sus hijos, y anulan por tanto, su capacidad de afrontar situaciones difíciles.
  •  Padres helicóptero de tráfico: son padres que guían las decisiones de sus hijos, y evitan que sus hijos hagan el esfuerzo de tomar decisiones. Son los típicos padres que si han querido ser abogados, pero no han podido, no cesan hasta que sus hijos cumplen su propia ilusión.
  •  Padres helicópteros de rescate: son padres dispuestos a sacar a sus hijos de todas las situaciones de crisis, en las que se metan, en muchas ocasiones incluso aportando los recursos materiales necesarios para salir de ellas.
 
Investigadores de la Universidad Mary de Washington han estudiado este fenómeno para concluir que la influencia de estos padres helicóptero afecta de manera fulminante a los niveles de autonomía, competencia y conexión social de estos jóvenes e incluso inciden en sus niveles de insatisfacción con la vida.
Fuente: 175 ideas para alcanzar tus metas (Álvaro Merino)
 
El objetivo final de estos padres es lograr que su hijo sea brillante y que logre todo lo que desea, pero sin que tenga que esforzarse. ¡Eso ya lo hacen ellos! Estos padres microgestionan las actividades diarias de sus hijos y trabajan duro para que sus hijos destaquen.
 
¿Pero por qué nos comportamos asi?
 
  • Son padres que quieren estar más involucrados, aunque a veces se traspase la línea
  • Hay mas avances tecnológicos que aunque nos han traido cosas buenas, han hecho que percibamos el mundo como más peligroso
  • La presión social por el cuidado de nuestros hijos, ha pasado de padres distantes que compensaban esa falta con regalos a padres muy presentes que se desviven por sus hijos.
  • La competencia social que ha hecho de los últimos años una sociedad hiper exigente y que requiere tener cada vez más conocimientos, habilidades y resultados, hace que el temor de los padres a que sus hijos fracasen les hace asumir su mochila y por tanto sus problemas.
 
Las consecuencias de esta actitud
 
Comportarse como un padre helicóptero no beneficia ni a los niños ni a los padres.
 
Enfocarse en los hijos de manera tan exigente, supone mucha energía por nuestra parte, y es un desgaste que al final termina pasando factura.
 
De hecho, un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Washington reveló que las madres que asumían un estilo de crianza hiperprotector estaban más expuestas a la depresión y el estrés, lo cual se debe a que cargan sobre sus hombros un peso demasiado grande.
 
Para nuestros hijos supone criarlos llenos de temores e inseguridades, hijos a los que les cuesta asumir su responsabilidad de una manera sana a medida que crecen y que manifiestan una gran intolerancia a la frustración.
 
Dejar de ser padres helicóptero, no significa que no asumamos nuestro papel de padres, en el sentido de guiarles y recomendarles lo mejor para ellos pero siempre dejándoles espacio para que sean ellos mismos y ¿por qué no? Para que se equivoquen.
 
¿Qué puedes hacer para evitar esta situación?
  • Mantente atento pero lo suficientemente alejado por si realmente necesita tu ayuda.
  • Practica la sana desatención. De vez en cuando, no pasa nada porque no puedas prestarle la atención que quisieras a tus hijos. Que no tengan nada que hacer hará que aprendan a gestionar sus horas muertas y aunque no lo creas aumentara su creatividad.
  • Déjales que se equivoquen. Los errores forman parte del aprendizaje y nos ofrecen perseverancia autonomía y autoconfianza. De hecho las 3 necesidades que todo ser humano necesita cubrir para un desarrollo saludable son: autonomía, confianza en sus habilidades y logros y sentir que son amados y cuidados.
Como conclusión ten siempre presente, el retar a tu hijo a mejorar y a celebrar las oportunidades de aprendizaje que la vida le presenta pero siempre con un pasito por detrás de él, que te permita vigilar pero no intervenir si no es estrictamente necesario

Un saludo,
El Ampa